La ironía ha sido interpretada desde diferentes puntos de
vista: desde el psicológico, como un estado de ánimo; desde el filosófico, como un comportamiento
o desde el punto de vista lingüístico o literario como un tropo o figura. Se suele pensar que la ironía es decir algo
con unas palabras que, en realidad, significan lo contrario, pero como ya explicamos en otro post, la ironía es eso y mucho más.
La ironía es un recurso dialéctico muy empleado por los
políticos. Mediante la ironía se puede atacar
la imagen del adversario, parodiar sus opiniones y, al fin y al cabo,
desacreditar al oponente es una forma de alzarse como vencedor. Se trata de lograr que el adversario parezca
incoherente para burlarse de él o criticarlo, pero sin caer en las descalificaciones,
ya que una actitud demasiado beligerante podría ser contraproducente y lastimar la imagen de quien ataca. Por otra parte, para algunos, con la ironía se
consigue cierta hilaridad, para otros, forma parte de los mecanismos de
descortesía del lenguaje.
El terreno de las redes sociales, especialmente Twitter, es
muy favorable al uso de este recurso, llegando a difuminarse la confusa
frontera entre ironía y sarcasmo.
Además, gracias a estas plataformas, los ciudadanos pueden también
ironizar sobre los políticos y sus declaraciones, convirtiéndose en verdaderos
comentaristas de la actualidad política, a veces de una manera extremadamente mordaz.
En una entrada anterior, mencionamos unas declaraciones de Rajoy que provocaron reacciones
irónicas entre varios tuiteros. He aquí
algunos ejemplos:
Clara de los Aires
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos importa vuestra opinión. ¿Os ha parecido interesante? ¿Tenéis algo que añadir? Adelante, pervertid la lengua con nosotros.