Hablar de humor es hablar de
lengua pervertida. Por ello trataremos, en una serie de posts, de ciertos géneros
discursivos en los que el humor tiene una especial relevancia.
El primer género que trataremos,
será la parodia o sátira, no sin antes ofrecer un breve resumen de lo que es la
parodia y su diferencia principal con la sátira. Para ello seguiremos a
Hutcheon. Tanto la sátira como la parodia se distancian del objeto
que quieren representar para poder realizar la crítica. Este distanciamiento se
consigue cambiando el objeto de la crítica de contexto discursivo y ahí es
donde se reproduce la forma, modificada, de dicho objeto.
Por otra parte, la principal
diferencia que encontraremos consistirá en el realce de los defectos de lo
satirizado a través de la burla, muchas veces hiriente y ridiculizante que se
da en la sátira, frente a un grado más elevado de sofisticación de la parodia
(de hecho, puede haber parodia sin burla). Destaca Hutcheon también la
intención de denuncia de la sátira, ve en ella la pretensión de poner de
relieve los defectos del objeto mediante la burla. Esta burla, conllevará
cierta pretensión moral, algo que no será tan obvio en la parodia. Por lo
tanto, si bien una y otra son muy similares en sus mecanismos formales (y
podríamos considerar la sátira como una parodia exagerada negativamente), hemos
de tener en cuenta que se diferenciarán por esa carga de valor moral buscado
intencionadamente en la sátira.
Rossen-Knill y Henry,
considerarán sátira y parodia como actos de habla y establecerán ciertos rasgos
básicos para identificarlas. Será importante la representación verbal
intencional del objeto de la parodia, así como la intención del hablante de
traer a la mente del oyente el recuerdo del objeto parodiado, para producir la
risa al sacarlo de su contexto natural o real. De lo anterior se desprenderá el
acto crítico, al reproducir burlescamente un discurso en un contexto que no es
el suyo, el oyente percibirá esa ridiculización, generando todo un acto cómico.
A continuación, analizaremos el
siguiente vídeo en el que Joaquín Reyes parodia o satiriza (lo sabremos al
final) al piloto Valentino Rossi.
Empecemos pues, el análisis:
El sátiro: Joaquín Reyes, el
productor del discurso.
El destinatario: todo aquel
oyente de la sátira.
El satirizado: Valentino Rossi.
Contextualicemos al personaje
satirizado y su acción. Valentino Rossi, piloto de motos, dio una patada a otro
durante la carrera, tirándolo al suelo. Este acto generó debate, pues él niega
haberlo hecho o, al menos, intencionadamente. En el campo del deporte, está
considerada bien vista la competitividad sana, sin dañar al contrario y
valiéndose de recursos propios y lícitos en cuanto a la normativa de la
competición. Esto es lo socialmente aceptado. Pues bien, es de este contexto
desde donde Joaquín Reyes extrae a Rossi para satirizarlo y censurar su
comportamiento. Veamos cómo lo hace.
En un primer momento, parecerá
que estamos en una entrevista y Joaquín Reyes marcará que está imitando a Rossi
mediante el uso de una voz algo más nasal que la suya. También al comienzo,
inserta algunas palabras italianas o más bien, emplea palabras del castellano
con terminaciones que reconocemos como italianas, así como la entonación
típica. Estamos asistiendo poco a poco a un acercamiento formal. Recoge su voz,
su discurso, pero rompe todos los esquemas esperados al decir algo que no es
aceptado socialmente.
Desde la voz de Rossi dice que se
enorgullece de haberle dado la patada, que lo volvería a hacer y que le tendría
que haber dado más fuerte. Se jacta de su actitud. Joaquín Reyes está
exagerando la actitud prepotente de Rossi, está violentándola y alejándola del
contexto de deportividad en el que tendría que darse realmente. Es ahí, donde
reconocemos la crítica y la burla, la ridiculización de una actitud que es censurable
desde nuestra perspectiva. Como oyentes, percibimos esa ridiculización y
observamos que, tras ella, lo que se esconde es realmente una crítica a la
acción de Rossi y más aún, ante su posterior respuesta a los medios.
¿Sátira o parodia? Un buen lector
se habrá percatado de que nos hemos decantado por la opción de calificar este
discurso como una sátira. La principal razón es que observamos cierta intención
de realizar un juicio moral, de censurar esa acción o respuesta y, mostrando
todos los defectos, exagerándolos y extremándolos, se pretende denunciar este
comportamiento.
Cristian Buenosvinos
Cristian Buenosvinos
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