Nunca abrimos
la puerta cuando sabemos que quien está detrás es el cartero comercial.
Rechistamos y maldecimos diciendo qué pesados son; pero su deseo incansable de
ofrecernos lo último siempre se acaba agradeciendo. Todos cogemos esa
propaganda de proporciones extrañas, que tenemos en el buzón y la ojeamos para
encontrar ofertas, o aquello que
buscábamos hace un tiempo. Aquí encontramos a Ikea; este adquiere poder por los bajos precios
de sus productos, despierta en sus consumidores un deseo irrefrenable de
comprar.
Si atendemos al siguiente spot titulado Ikea abre la puerta a la inspiración, observamos que lo sintáctico también forma parte de la construcción publicitaria. El sentido que envuelve el eslogan está más allá de las palabras, pues este lo que hace es buscar las palabras adecuadas y acomodarlas de acuerdo a su intención comunicativa. Metafóricamente, debemos tener en cuenta que, la carga semántica depositada en éste es óptima y resume en sus palabras lo que pretende decir el producto y persuadir así, captando la atención en el receptor. La publicidad no se define en rasgos lingüísticos sino por la finalidad perlocutiva de sus mensajes lo cual por una parte obliga a salir del marco de una sintaxis tradicional más sujeta a lo formal y situada en el marco de lo oracional y a considerar aspectos gramáticos que remiten al acto de habla que supone el mensaje publicitario. Por lo que, se ha visto de forma clara que la lengua en este tipo de ámbito se aprovecha de la lengua común para crear composiciones sintácticas con gran contenido metafórico.
Patricia Tórtola
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