sábado, 12 de diciembre de 2015

Las metáforas hacen política



Al contrario de lo que pudiera parecer a simple vista, la metáfora no es solo un recurso literario.  Por norma general, entendemos como metáfora el empleo de una palabra con un sentido diferente al que le corresponde usualmente.  Sin embargo, según la lingüística cognitiva percibimos el mundo a base de metáforas que se reflejan en el lenguaje.  Lo que sucede es que estas metáforas y expresiones figuradas son tan habituales en el habla cotidiana, que muchas veces no se perciben como tales y pasan inadvertidas.  Desde este enfoque cognitivista, George Lakoff y Mark Johnson argumentaron en su obra Metáforas de la vida cotidiana que nuestro sistema conceptual es de naturaleza metafórica.  Posteriormente, Lakoff en No pienses en un elefante analizó cómo habrían aprovechado esta característica los políticos estadounidenses para sus propios beneficios electorales, en especial los republicanos y encomiaba a los demócratas a hacer lo mismo. 

En La metáfora en la política.  Carta abierta a Internet, Lakoff reconoce que el pensamiento metafórico no es, en sí, ni bueno ni malo y que no se pude evitar recurrir a él para expresar conceptos abstractos o complejos.  En una, ya célebre, expresión (metafórica) advertía que “las metáforas pueden matar”, aludiendo a cómo el discurso de los republicanos contribuyó a justificar la Guerra del Golfo.  Por medio de la creación de imágenes de gran fuerza y creando marcos conceptuales se enmascaraba la realidad.  Se representaba a Iraq como el “villano”, personalizado en la figura de Saddam Husein, esto último como ejemplo de otro recurso muy importante para lingüística cognitiva, la metonimia.  La “víctima” en este conflicto habría sido Kuwait y el “héroe” que se sacrifica, Estados Unidos.  Con estos elementos, propios del cuento tradicional, se dotaba de justificación moral a la intervención estadounidense y se disimulaban los motivos económicos, centrados en el control del petróleo de la zona.  Pero aún habría algo peor; al considerar a una nación como un “villano” personificado se perdía la conciencia de nación como conjunto de personas de carne y hueso que acabarían sufriendo las consecuencias de la guerra, de manera literal.  Parece que la estrategia les funcionó a los republicanos, ya que repitieron el mismo sistema para justificar la Guerra de Iraq, tras el 11S.

Las teorías lingüísticas de Lakoff se han tenido en cuenta también por políticos de fuera de los Estados Unidos.  Por ejemplo, en nuestro país, el lingüista fue uno de los 14 expertos internacionales que nombró el PSOE para asesorar la elaboración de su programa electoral para las elecciones generales de 2008.  Más recientemente, se ha podido leer en algunos medios que el líder de Ciudadanos ha recomendado a todo su equipo la lectura de No pienses en un elefante con el fin de aumentar sus posibilidades electorales.
Así pues, la metáfora no es solamente ese recurso estético asociado en exclusiva al lenguaje poético.  El uso que se hace de ellas en la política no siempre es inocente y  hay que tener en cuenta que la expresión metafórica no sustituye al completo el término al que se refiere, sino solo una parcialidad.  No habría que perder de vista lo que no se está diciendo, lo que queda opaco; al menos en política.



Clara de los Aires

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